Vaya que cuesta ser constante cuando menos lo espera uno termina sin más, dejando pasar unos tres o cuatro días sin escribir y qué decir de las fotografías diarias, todo una falla.
Más me valiera no ser tan exigente, al fin y al cabo de lo que se trata es de constancia, aunque he de exigirme calidad.
Ya es hora del descanso, y de dejar de pensar en las acciones mal venidas y las reacciones mal llevadas, recordad entonces la alegría, que no la apatía.
A dormir y arrepentirse...
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